Se llama
ópera italiana al arte de la
ópera desarrollado en
Italia.
La ópera nació en Italia alrededor del año 1600, en donde continuó teniendo un rol dominante en la historia del género hasta el día de hoy. La obra de
compositores italianos del
siglo XIX y principios del
siglo XX, tales como
Rossini,
Bellini,
Donizetti,
Verdi y
Puccini, se encuentran entre las más famosas jamás escritas, y hasta el presente son representadas en los principales
teatros de ópera de todo el mundo.
También, en ocasiones, se utiliza esta denominación para referirse a la totalidad de la ópera escrita en
idioma italiano. Muchas óperas famosas escritas en italiano fueron creadas por compositores extranjeros, entre ellos,
Handel,
Gluck y
Mozart.
Durante el
Renacimiento algunos compositores italianos, poetas e intelectuales trataron de crear drama musical. Fueron inspirados por el ejemplo del mundo antiguo, porque sabían que las
tragedias griegas que habían llegado hasta ellos había tenido originalmente acompañamiento musical. Sin embargo, poca música griega había sobrevivido para servirles de guía. Emergió entonces en el Renacimiento Italiano el
intermedio, un suntuoso entretenimiento musical consistente en canto, danza y efectos en escena que se insertaban entre los actos de una obra. Otro experimento fue la
comedia madrigal, en la cual una serie de
madrigales se hallaban encadenados generando una narrativa, el ejemplo más famoso de este género se encuentra en
L'Amfiparnaso de
Orazio Vecchi (1594). Las desventajas de utilizar madrigales para el drama, con varias voces cantando a la vez, pronto resultaron obvias. Una dirección más fructuosa fue tomada cuando los músicos comenzaron a experimentar con la
monodia, en la cual una voz solista declamaba los versos sobre una línea instrumental. Esta línea de experimentación fue liderada por un grupo de músicos y teóricos conocidos en
Florencia con el nombre de "La Camerata". Entre ellos se contaban a
Giovanni de Bardi,
Jacopo Corsi, el poeta
Ottavio Rinuccini y el compositor
Jacopo Peri. Peri y Rinuccini en conjunto fueron autores de lo que se considera la primera ópera,
Dafne. Fue estrenada en una presentación semi-privada en 1598.
Siglo XVII
Florencia y Mantua
La música de
Dafne actualmente está perdida. La primera ópera cuya música ha sobrevivido fue presentada en 1600 en la boda de
Enrique IV de Francia y
María de Medici en el Palacio Pitti de
Florencia. La ópera, The opera,
Euridice, con libreto de Rinuccini, musicalizada por Peri y
Giulio Caccini, narra la historia de Orfeo y Eurídice. El estilo del canto favorecido por Peri y Caccini era una forma aumentada del discurso natural, recitativos dramáticos apoyado por música instrumental de cuerdas. El recitativo precedió así al desarrollo de arias, aunque pronto se convirtió en base para incluir canciones separadas e interludios instrumentales en los momentos en los que las voces se silenciaban. Tanto
Dafne como
Euridice también incluyeron coros de comentarios de la acción al final de cada acto, a la manera de la tragedia griega. El tema de Orpheus, el semi-dios de la música, fue comprensiblemente popular y atrajo a
Claudio Monteverdi (1567–1643) que escribió su primera ópera,
La Favola d'Orfeo (La fábula de Orfeo), en 1607 para la corte de
Mantua.
Monteverdi insistió en una fuerte relación entre la letra y la música. Cuando Orfeo se presentó en Mantua, una orquesta de 38 instrumentos, numerosos coros y recitativos fueron empleados para hacer un drama vivaz. Fue una versión más ambiciosa que las previas– más opulenta, más variada en recitativos, más exótica en escenografía– con fuertes climas musicales que permitieron el máximo alcance del virtuosismo de los cantantes. La ópera había revelado su primera fase de madurez de las manos de Monteverdi.
Roma [
En algunas décadas la ópera se separó en Italia. En
Roma, encontró un abogado en el prelado y libretista
Giulio Rospigliosi (más tarde, Papa Clemente IX). Rospigliosi era apadrinado por la familia
toscana de los
Barberini, figuras prominentes en la sociedad romana en las décadas tempranas del siglo XVII.
Los compositores que trabajaron en Roma en ese tiempo fueron
Luigi Rossi,
Michelangelo Rossi,
Stefano Landi,
Marco Marazzoli y
Virgilio Mazzocchi. En 1630, el tema de las óperas comenzó a cambiar perceptiblemente: en vez de la tradición pastoral de
La Arcadia, se prefirieron los temas de los poemas caballerescos, especialmente los de
Ariosto y
Tasso, así como los temas tomados de la vida de
santos cristianos y la
Comedia del arte. El número de personajes se incrementó, y por tanto, la intriga dramática se tornó más compleja. Se desarrolló un nuevo método de declamar los recitativos, más dramático y flexible. La ópera romana se destacó por sus enormes coros y elaborados escenarios.
Venecia: ópera comercial
La ópera tomó un importante giro cuando llegó a la república de
Venecia. Aquí fue que el primer teatro de ópera público fue abierto, el
Teatro San Cassiano, en 1637, por Benedetto Ferrari y Francesco Manelli. Su éxito sacó a la ópera del patrocinio aristocrático y la colocó en el mundo comercial. En Venecia, el drama musical dejó de dirigirse a una élite de aristócratas e intelectuales y adquirió el carácter de entretenimiento. Pronto varios teatros de ópera fueron surgiendo en la ciudad, presentando trabajos para un público pagado durante la temporada del
Carnaval de Venecia. Los teatros de ópera empleaban un orquesta muy pequeña para ahorrar dinero. Una gran parte de su presupuesto era empleado en atraer a las estrellas cantantes del momento; éste fue el comienzo del reino del
castrato y
prima donna.
El principal compositor del la ópera veneciana fue Monteverdi, que dejó Mantua por Venecia en 1613. Escribió tres trabajos para los teatros públicos:
Il ritorno d'Ulisse in patria (1640),
Le nozze d'Enea con Lavinia (1641, ahora perdido) y, el más famoso:
L'incoronazione di Poppea (1642). Las temáticas de las nuevas óperas de Monteverdi y otros fueron generalmente extraídas de la historia romana o leyendas sobre
Troya, con la intención de celebrar los ideales heróicos y la noble genealogía del Estado Veneciano. Sin embargo, no abandonaron el interés por el amor o la comedia. La mayoría de las obras constaban de tres actos, no como las anteriores que normalmente tenían cinco. El grueso de la versificación era todavía recitativa, sin embargo, en momentos de gran tensión dramática había a menudo pasajes de
ariosos, conocidos como
arie cavate. Bajo los seguidores de Monteverdi, la distinción entre recitativo y aria se tornó más marcada y convencional. Esto resulta evidente en el estilo de los dos compositores más exitosos de la siguiente generación:
Francesco Cavalli y
Antonio Cesti.
Edificio del teatro de ópera de Ladislao en el Castillo Real de Varsovia
En la
Mancomunidad de Polonia-Lituania, una tradición de producción operística se dio comienzo en
Varsovia en 1628, con la presentación de
Galatea (de compositor incierto), la primera ópera en italiano producida fuera de Italia. Poco después de esta presentación, la corte produjo la ópera
La liberazione di Ruggiero dall'isola d’Alcina, de
Francesca Caccini, que fuera escrita para el príncipe
Ladislao Vasa tres años antes, cuando él estuvo en Italia. Ésta es la primera ópera escrita por una mujer que se conserva hasta hoy.
Gli amori di Aci e Galatea de Santi Orlandi también se presentó en 1628. Cuando Ladislao fue rey (Ladislao IV) él mismo supervisó la producción de por lo menos, diez óperas durante finales de la década de 1630 y 1640, haciendo de Varsovia un centro del arte. Los compositores de estas óperas no son conocidos, podría tratarse de polacos trabajando bajo órdenes de Marco Scacchi en la capilla real, o podrían haberse contado entre los italianos importados por Ladislao. Un
dramma per musica (como era conocida la ópera italiana en ese tiempo) titulada
Giuditta, basada en la historia bíblica de
Judith, fue presentada en 1635. Su compositor, probablemente, fue Virgilio Puccitelli.
Las óperas de Cavalli fueron representadas en Italia por compañías itinerantes con gran éxito. De hecho, su
Giasone fue la ópera más popular del siglo XVII, a pesar del horror de algunos críticos por su mixtura entre tragedia y farsa. La fama de Cavalli se extendió por toda Europa. Una de sus especialidades fue dar a sus heroínas el "lamento bajo tierra". Éstas eran arias tristes cantadas sobre una línea baja descendente y tuvieron una gran influencia sobre
Henry Purcell, cuyo "When I am laid in earth" de
Dido and Aeneas es probablemente el ejemplo más celebrado de esta forma. La reputación de Cavalli'hizo que el
Cardenal Mazarino lo invitara a Francia en 1660 para componer una ópera con motivo de la boda del
Luis XIV con María Teresa de España. La ópera italiana ya había sido presentada en Francia en la dećada de 1940 en una recepción mixta, y la expedición extranjera de Cavalli culminó en desastre. Las audiencias francesas no respondieron bien al renacimiento de
Xerse (1660) y la especialmente compuesta
Ercole amante (1662); prefirieron el ballet que había sido insertado entre los dos actos por un compositor florentino,
Jean-Baptiste Lully. Cavalli juró nunca más componer una ópera.
Cesti fue más afortunado cuando le solicitaron escribir una ópera para la corte de los
Habsburgo en
Viena en 1668.
Il pomo d'oro fue tan grandioso que las presentaciones debieron extenderse dos días más. Fue un enorme éxito y marcó el comienzo del dominio de la ópera italiana en el norte de los
Alpes. A finales del siglo XVII, los compositores alemanes e ingleses intentaron establecer sus tradiciones nacionales, pero en los comienzos del siglo XVIII dieron espacio a la ópera italiana importada, la cual se convirtió en el estilo internacional impuesto de la mano de compositores tales como Handel. Sólo Francia resistió (y su tradición operística fue fundada por el italiano Lully). Éste fue el patrón hasta una buena parte del siglo XIX: la tradición italiana fue la internacional y sus principales exponentes fueron, en muchos casos, no italianos. Los compositores que quisieron desarrollar sus propias formas nacionales de ópera tuvieron que luchar generalmente contra la ópera italiana. Así, en los comienzos del siglo XIX,
Carl Maria von Weber en Alemania y
Hector Berlioz en Francia, sentieron que tenían que desafiar la influencia enorme del Rossini italiano.
Siglo XVIII
Ópera seria
Al final del siglo XVII algunos críticos creían que una nueva y más elevada forma de ópera era necesaria. Sus ideas dieron nacimiento a un género, la Ópera seria, la cual sería dominante en Italia y en gran parte del resto del Europa durante el siglo XVIII. La influencia de esta nueva actitud puede verse en los trabajos de los compositores
Carlo Francesco Pollarolo y el enormemente prolífico
Alessandro Scarlatti.
Durante este siglo la vida cultural y artística en Italia se había visto profundamente influenciada por los ideales estéticos y poéticos de los miembros de la
Academia de Arcadia. Los poetas arcadianos introdujeron varios cambios al drama musical serio en Italia, incluyendo:
- la simplificación de las tramas
- el retiro de los elementos cómicos
- la reducción del número de arias
- la predilección por los argumentos extraídos de la antigüedad clásica o de la tragedia moderna francesa, en los cuales los valores de lealtad, amistad y virtud eran exaltados, y el poder absoluto del soberano era celebrado.
Por lejos, el libretista más exitoso de la era fue
Pietro Metastasio, y su prestigio se mantuvo hasta el siglo XIX. Perteneció a la Academia de Arcadia y se sostuvo firmemente en línea con sus teorías. Un libreto de Metastasio era adoptado, a menudo, por veinte o treinta compositores, y las audiencias asitían a las presentaciones para memorizarlos.
Ópera cómica
En el siglo XVII las óperas cómicas se producían solo ocasionalmente y no se había establecido ninguna tradición estable. Sólo en el principio del siglo XVIII surgió el género cómico de la Ópera buffa, nacido en
Nápoles y diseminándose por toda Italia después de 1730.
La Ópera buffa se distingue de la Ópera Seria por varias características:
- la importancia dada a la acción en escena y la consecuente necesidad de seguir con la música los cambios en el drama, enfatizando la expresividad de las palabras
- la elección de cantantes que también fueran excelentes actores, capaces de interpretar el drama convincentemente
- una reducción en el uso de escenografía y maquinaria en escena, y en el número de intérpretes de la orquesta
- el empleo de un pequeño reparto de personajes (al menos en la forma corta de la ópera cómica conocida como el intermezzo) y tramas simples, un buen ejemplo sería La serva padrona de Pergolesi
- libretos inspirados en la Comedia del Arte, con temas realistas, lenguaje coloquial y expresiones del argot
- en cuanto al canto: el rechazo absoluto del virtuosismo vocal; tendencia a la incorrecta pronunciación de las palabras; frecuente presencia de tics rítmicos y melódicos; el uso de onomatopeya e interjecciones.
En la segunda mitad del siglo XVIII la ópera cómica debió su éxito a la colaboración entre el libretista
Carlo Goldoni y el compositor
Baldassare Galuppi. Gracias a Galuppi, la ópera cómica adquirió mucha más dignidad que la tenida durante los días del intermezzo. Las óperas ahora se dividían en dos o tres actos, creando libretos para trabajos de mayor tamaño, que diferían significativamente de los principios de siglo en la complejidad de sus argumentos y en la psicología de sus personajes. Éstas ahora incluían algunas figuras serias en vez de caricaturas exageradas y las obras tenían tramas que se enfocaban en los conflictos entre clases sociales así como ideas autorreferenciales. El trabajo conjunto de Goldoni y Galuppi más famoso es, probablemente,
Il filosofo di campagna (1754).
La colaboración entre Goldoni y otro famoso compositor,
Niccolò Piccinni produjo otro nuevo género: la
ópera semiseria. Ésta tenía dos personajes
buffo, dos nobles y dos intermedios.
La
farsa de un acto tuvo una influencia significativo en el desarrollo de la ópera cómica. Fue un tipo de drama musical inicialmente considerado como una versión condensada de una ópera cómica más larga, pero con el tiempo se convirtió en un género por si mismo. Se caracterizaba por: virtuosismo vocal, uso más refinado de la orquesta, la gran importancia dada a la producción, la presencia de malos entendidos y sorpresas en el curso del drama.
Reformas de Gluck
La ópera seria tuvo sus debilidades y críticas, y el gusto por el adorno a cargo de cantantes magníficamente entrenados, y el uso de espectáculo en lugar de la pureza y unidad dramática suscitaron ataques.
Essay on the Opera (1755) de
Francesco Algarotti demostró ser una inspiración para las reformas de
Christoph Willibald Gluck. Sostenía que la
opera seria tenía que volver a sus bases y que todos sus variados elementos– música (instrumental y vocal), ballet, y puesta en escena– debía ser subordinada al contexto del drama. Varios compositores de este período, incluyendo a
Niccolò Jommelli y
Tommaso Traetta, intentaron poner estos ideales en práctica. El primero que realmente logró tener éxito y dejar una impresión permanente en la historia de la ópera, sin embargo, fue Gluck. Trató de acuñar una "hermosa simplicidad". Esto queda ilustrado en la primera de sus óperas "reformadas",
Orfeo ed Euridice, donde líneas vocales que carecen del virtuosismo de los trabajos de Handel son sostenidas por armonías simples y una notablemente rica presencia orquestal.
Las reformas de Gluck tuvieron resonancia a través de toda la historia operística. Weber, Mozart y Wagner, en particular, fueron influenciados por sus ideales. Mozart, en varios sentidos, el sucesor de Gluck, combinó un magnífico sentido del drama, armonía, melodía y contrapunto para escribir una serie de comedias, tales como
Così fan tutte,
Le nozze di Figaro, y
Don Giovanni (en colaboración con
Lorenzo da Ponte) que permanecen entre más amadas, populares y conocidas óperas hasta hoy. Pero la contribución de Mozart a la ópera seria fue más mixta; en esta época estaba muriendo, y a pesar de sus finos trabajos como
Idomeneo y
La clemenza di Tito, no pudo hacer resurgir esta forma artística.
Siglo XIX
Bel canto
La
ópera romántica, enfatizada en la imaginación y las emociones, comenzó a aparecer a principios del siglo XIX, y con sus arias y su música, le dio mayor dimensión a las emociones extremas, característica del teatro de esa era. Además, se dijo que la fina música a menudo excusaba las llamativas fallas en la definición de los personajes y las líneas argumentales.
Verdi
Fue Giuseppe Verdi quien transformó la naturaleza entera de la escritura operística durante el curso de su larga carrera. Su primera gran ópera exitosa,
Nabucco (1842), cautivó al público con la vigorosa dinámica de su música y sus grandiosos coros.
Va, pensiero, uno de los estribillos, fue reinterpretado y ganó un ventajoso significado para la lucha por la independencia italiana y para unificar a Italia.
Luego de
Nabucco, Verdi basó sus óperas en temas patrióticos y en varias de las fuentes románticas usuales:
Victor Hugo (
Ernani, 1844);
Lord Byron (
I due Foscari, 1844); and
Shakespeare (
Macbeth, 1847). Verdi experimentó con las formas musicales y dramáticas, a fin de descubrir cosas que sólo la ópera podía lograr. En 1877, creó
Otello que reemplazó por completo a la ópera homónima de Rossini, y que es descripta por los críticos como la más fina ópera romántica italiana, con los componentes tradicionales: las arias solistas, los duetos y los coros totalmente integrados dentro del fluir melódico y dramático.
La última ópera de Verdi,
Falstaff (1893), rompió libremente con las formas convencionales conjuntas, y encontró música que seguía el rápido fluir de las simples palabras y por su respeto por el patrón de discurso ordinario, creó un umbral para una nueva era operística en la cual los patrones de discurso son supremos.
La ópera se convirtió en un matrimonio de las artes, un drama musical, llena de canciones gloriosas, vestuario, música orquestal y aclamaciones; algunas veces, sin el aporte de una historia plausible. Desde su concepción durante el período barroco hasta su madurez en el período romántico, fue el medio por el cual las leyendas y mitos fueron revisitados, la historia fue recontada y la imaginación fue estimulada.
Verismo
La fuerza de la ópera romántica decayó en una era más violenta: el «verismo».
Siglo XX
Otros compositores italianos contemporáneos:
- Luciano Berio escribió dos óperas: Un Re in Asciolto y Opera
- Lorenzo Ferrero (b.1951- ) escribió once óperas: Rimbaud, ou le fils du soleil (1978); Marilyn (1979); La figlia del mago (1981); Mare nostro (1985); Night (1985); Salvatore Giuliano (1986); Charlotte Corday (1989); Le bleu-blanc-rouge et le noir (1989); La nascita di Orfeo (1996); La conquista (2005); Le piccole storie - ai margini delle guerre (2007)
- Luigi Dallapiccola (1904 – 1975) escribió dos óperas: Ulisse (1960 – 1968) e Il Prigioniero (1944 – 1948).
- Salvatore Sciarrino (1947- ) escribió diversas obras, incluyendo Luci mie traditrici
- Sylvano Bussotti (1931- ) tuvo un prolífico trabajo histórico: Le Racine, Pianobar pour Phèdre, Nympheo, Bozzetto siciliano
Fuente: Wikipedia
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